"Su pequeño pero enorme corazón no resistió el terror de esta absurda tradición navideña". Eran las palabras de Rosa el pasado año cuando en Navidad murió Pancho, un perro que en la provincia de Málaga perdió la vida por un infarto a consecuencia del susto de un petardo. Como el caso de Pancho en Rincón de la Victoria se da cada año alguno que deja destrozadas a familias por la pérdida de un ser querido y fiel. Según los expertos, el estallido de un petardo puede provocar en los animales miedo descontrolado, ansiedad, taquicardia o, en algunos casos como el de Pancho, la muerte. También hay casos de perros que intentan huir a consecuencia del pánico y terminan atropellados. En definitiva, lanzar petardos, además de ser ilegal en gran parte de los casos y una falta de respeto a otras personas por alterar la tranquilidad y contaminar acústicamente, se puede considerar maltrato animal.
Hay varios estudios que muestran que casi la mitad de los animales sufren alguno de los efectos de esta gamberrada que aumenta durante las fechas navideñas. Además del problema mientras los petardos o cohetes suenan, otra consecuencia viene a posteriori con el estrés postraumático.
Según el neurobiólogo especializado en el comportamiento canino, Gregory Berns, los perros no tienen "la capacidad de racionalizar su ansiedad, lo que hace que sufran una forma más intensa de terror".
Otra circunstancia añadida es que detonar un petardo cerca de un perro, al igual que ocurre con las personas, puede dañar su oído y sistema auditivo de forma irreversible, por eso, desde Sentimiento Animal en nuestra página de Facebook hemos lanzado esta campaña con una ilustración de Abalorios Aminrak: "Métete el Cohete por el Ojete".