Tato tiene 8 años y tiene diabetes tipo 1. Con el diagnóstico, su familia vive permanentemente pendiente de los niveles de azúcar. Sin embargo, Turco, un perro de agua adiestrado para detectar y avisar de los bajadas y subidas de azúcar está empezando a ayudar en gran medida a la labor de control de la diabetes de Tato. La iniciativa forma parte de un programa piloto puesto en marcha por la asociación Marbella Canina de la que se hace eco diario Sur.
De momento, Turco está siendo educado por el adiestrador profesional Sergio Moya. Mediante el olfato detectará los cambios químicos. Concretamente, hay animales adiestrados para la detección de algunos tipos de cáncer, diabetes o epilepsia. Actualmente en España, solo se contabiliza una treintena de perros de alerta médica.
"Tengo unas ganas locas de que el perrillo empiece a marcarnos cuando el niño esté bajo. No coger a tiempo una hipoglucemia puede acarrear problemas muy importantes, incluso inducir un coma", asegura al periódico Torcuato Germán Pérez, padre de Tato.
El adiestrador confía que en seis meses el perro empezará a marcar de manera fiable las bajadas y subidas de azúcar del niño. Avisará ladrando. Con ello Tato ganará tiempo para que el niño y los padres puedan tomar la decisión necesaria para regular los niveles mediante la administración de insulina o ingiriendo un simple zumo.
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